jueves, 13 de agosto de 2009

Unidos una vez más

Enemistad producida por emulación o competencia muy vivas, esta es la definición de la palabra rivalidad según la Real Academia de la Lengua Española, pero desgraciadamente esta acepción suena poco violenta para lo que solemos ver en los campos de fútbol. Todos los aficionados al deporte rey sabemos que existen "piques" entre las aficiones de muchos clubes, pero este término a veces se queda corto. ¿Cuantas veces no hemos relacionado la palabra "derby" a la violencia? ¿Por qué un bético tiene que atacar físicamente a un sevillista en la previa de un partido o viceversa? ¿No sabeís que en vuestra propia casa, en vuestra propia familia, amigos, compañeros de trabajo o de estudios hay aficionados y simpatizantes de los dos equipos?...
Pensadlo, no estamos hablando de una guerra, estamos hablando de un juego que podría ser precioso, más de lo que ya es, si los que no tienen cabeza pensaran medio segundo antes de hacer el vándalo.
De todas formas no era este el tema del que quería hablar, o sí. Retrocedamos un poco en el tiempo, os voy a colocar en un marco que no os va a ser difícil recordar, 28 de agosto de 2007, era un martes, muchos agotaban sus últimos días de vacaciones antes de volver a la rutina, ya se había disputado la primera jornada de liga, el Betis venía de empatar a uno en el Nuevo Colombino de Huelva, y el Sevilla era el primer líder de la temporada tras vencer 4-1 al Getafe en el Pizjuán. Pero en esa fecha todo esto daba igual, tres días antes aquella perla de la cantera sevillista, para mí uno de los mejores laterales que he visto nunca, aquel ahora recordado como "la zurda de diamante", Antonio Puerta, nos dejó tras caer desplomado durante ese primer partido de liga. Es verdad que nada vale más que la vida de una persona, y que a todos nos hizo mucho daño la muerte de este joven futbolista. Yo tenía 17 años, y aluciné cuando oí aquella madrugada del 29 de agosto a todo el Pizjuán gritar betis, betis, betis... Algo había cambiado, ya no más insultos, ya no más violencia, ya ambas aficiones eramos uno. Esta muerte consiguió hermanar más de 100 años de rivalidad, pero creo que no del todo. Después del fallecimiento de Puerta se vivieron en Sevilla unos meses de paz, de amistad entre Nervión y La Palmera. Pero ahora, dos años más tarde, me duele oír de nuevo el ¡Puta Betis! en el Ramón Sánchez Pizjuán y el ¡Puta Sevilla! en feudo heliopolitano.
Hace cuatro días, por desgracia, la historia se volvió a repetir, esta vez en Barcelona. Dani Jarque dejó a la afición espanyolista y a todos y cada uno de los que le vimos jugar. Me alegra que Espanyol y Barça estén más unidos que nunca, me alegra ver que Sevilla y Betis se vuelvan a unir por el recuerdo de hace dos años. Esta amistad entre aficiones rivales me gusta, lo que no me gusta es la causa por la que se produce.

¿Cuántas muertes más tendrán que producirse en el mundo del fútbol para ser hermanos por siempre y en paz?

2 comentarios:

  1. Bien primi bien, estas echo todo un periodista, buen articulo, esperemos que sigamos unidos y que otra muerte no tenga que unirnos de nuevo porque ya estemos unidos de antes

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